Los cuerpos envueltos en telas flotan en las aguas sagradas del Ganges.
Un triste recordatorio de la ferocidad del coronavirus en India, que en pocas semanas se llevó decenas de miles de vidas.
Durante los meses de abril y mayo, los cementerios y crematorios se vieron desbordados por la extraordinaria afluencia diaria de muertos de COVID-19.
Por falta de espacio o de recursos, muchas familias del norte y el este de India se vieron obligadas a entregar los cuerpos de sus seres queridos a las aguas del Ganges, sagrado para los hindúes.
Otros optaron por enterrarlos en tumbas, apenas excavadas en las orillas arenosas del gran río, epíteto de la diosa madre Ganga Ma, que da y toma la vida.
Pero la llegada del monzón, acompañada de sus lluvias torrenciales, provocó inundaciones y desalojó a los muertos enterrados en sus orillas.
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