Argentina. Cada vez queda más claro que no hay imposibles, y menos para una madre. Micaela Ricci (25) quedó embarazada a los 16 años y tras trabajar duro por ella y por su hijo, hoy celebra su titulación como psicopedagoga: “Voy por más”.
“Fue totalmente inesperado (el embarazo) y poco fácil de asimilar como adolescente. Desde el primer día tuve el apoyo de mis padres y hermanos, eso fue clave para seguir con mi vida porque no me obligaron a casarme ni hacerme cargo de todo”, cuenta Micaela.
La joven tuvo un embarazo delicado por lo que le recomendaron reposo absoluto. Sin embargo, eso no fue excusa para dejar sus responsabilidades y decidió estudiar desde la cama logrando mantener un alto promedio.
Su pequeño Mateo nació en febrero de 2013, año en el que el noviazgo con el papá de su hijo llegó a su fin. Y aunque la rutina de Micaela se vio modificada por la llegada de su hijo, terminó el colegio secundario, se recibirse e incluso hizo su vida como cualquier joven.
“La situación económica nunca fue la mejor. Llegué a tener tres trabajos en simultáneo, desde vender cosméticos, ser empleada doméstica, también atender en un call center, hasta cajera en boliches los fines de semana. Todo para brindarle lo mejor a Mateo”, admite.
Aunque tenía muchos trabajos a la vez, nunca dejó de estudiar y cumplir su sueño: ser maestra. “Me anoté en el profesorado de educación en la universidad Nacional de Tucumán, sabía que iba demorar en obtener el título pero era la única forma de tener una rato libre a la tarde para estar con mi hijo”.
Con la llegada de la pandemia, en el 2020 se quedó sin trabajo, y salió a la calle a vender pan, o bollos como le dicen en Tucumán. Su madre, Natalia, tiene una receta especial, y son un éxito en el barrio Obispo Piedrabuena.
“Aprendí mirando a mi mama. Decidí vender pan casero en la esquina de una plaza para poder manejar mis tiempos y costear la facultad”, relata.
El 12 agosto rindió su último final, obtuvo un 7 de 10 en la materia de educación primaria. “Me costó, estaba nerviosa. Me dieron la nota temprano, así que al mediodía se acercaron con los huevazos. Fue un día muy feliz”.
¿Qué dijo Mateo frente a la noticia?
-Estaba feliz, él es parte de este logro. Me abrazó fuerte y con su inocencia me dijo “ahora no tenés que estudiar más, tenés tiempo para que estemos juntos”. La realidad es que quiero ampliar mi formación y obtener la licenciatura. También me imagino como Trabajadora Social.
Convencida y apasionada por la educación, Micaela no duda en inspirar a otros. “No importa el tiempo que uno se demore en realizar sus metas. La mía es enseñar. Quisiera investigar, adoro el ámbito de lo no formal y poder dedicarme a eso. Colaborar con la Ciencia de la Educación porque es la única herramienta de cambio”.
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